Brian Eno nunca acabó de encajar del
todo en Roxy Music. Sus teorías
sobre el sonido y sus experimentos no eran del agrado de Bryan Ferry, así que Eno no duró más de dos años en el grupo.
Aunque él mismo declaró posteriormente que su función distorsionadora no era lo
más apropiado para el tipo de canciones que componía Ferry, es innegable que
aportó un toque innovador a los dos
primeros álbumes del grupo. Eno es uno de los primeros músicos británicos en aplicar la electrónica al rock y también en plantear el uso del
estudio como si fuera un instrumento más. Tras abandonar Roxy Music en la primavera
de 1973, emprendió un trayecto creativo que alcanzó de inmediato uno de sus
puntos álgidos. Fue el comienzo de una carrera en solitario que tuvo un efecto
decisivo para parte del rock & roll
que habría de llegaría en un futuro inmediato.
En enero de 1974
apareció Here Come The Warm Jets, su primer disco en solitario. Previamente
había registrado No Pussyfooting con Robert
Fripp, cuya guitarra, filtrada por la alquimia sonora de Eno, marcó el
primer acercamiento a lo que él mismo definió unos años más tarde como ambient
music. A su vez, Fripp fue una de las piezas fundamentales de Here
Come The Warm Jets, álbum que cosas buscaba alterar una
realidad que Eno describió al declarar: “No hay suficiente caos en la música”.
Para obtenerlo, se inspiró en los primeros Velvet Underground (las similitudes
entre “I’m Waiting For My Man” y “Needle
In The Camel’s Eye” no son fortuitas) y en Sterling Morrison, especialmente a la hora de tocar
la snake guitar mencionada en los
créditos originales del disco, cuyo sonido se inspiraba en él. Su búsqueda del caos proporcionó uno de los solos de guitarra
más feroces del rock, el que suena en “Baby’sOn Fire” a manos de Fripp.
En Here
Come The Warm Jets, Eno jugó con las posibilidades del estudio,
grabando, por ejemplo, los mismos
instrumentos de maneras diferentes en distintas pistas, creando un estilo
único. Es por eso que el álbum no está asociado a ninguna de las corrientes
musicales en boga en ese momento, incluido el glam, a pesar de que Eno
seguía cultivando el look exuberante
que le hizo reconocible a kilómetros de distancia en Roxy Music. Sus avances sonoros fueron cruciales para
artistas de generaciones posteriores como My
Bloody Valentine, que sin las turbulencias de este Eno nunca habrían hecho Loveless
(1991) como lo hicieron; o LCD
Soundsystem, que tiene en James
Murphy a uno de los más fervientes enófilos.
Los chorros calientes a los que hace
referencia el título son los creados por las guitarras en el disco y también
los que evacua la señorita en cuclillas que aparece en el naipe erótico de la
portada. Ariola, la discográfica española que lo editó aquí, eliminó la imagen colocando encima una etiqueta
adhesiva con los nombres de los músicos.
A continuación,
Eno grabó el single, Seven Deadly Finns, que promocionó
acompañado por The Winkies, un grupo
que le acompañó en directo durante algunos meses y que no estaba en absoluto a
la altura de sus propuestas artísticas. Con ellos grabó un par de programas para la BBC a comienzos de 1974, y hasta colaboró en su primer álbum, que quedaría inédito. Ese año también colaboró activamente
con John Cale y Nico, tocando en Fear y The End, respectivamente,
y actuando con ellos y Kevin Ayers en un par de conciertos londinenses que
alguien, descabelladamente, quiso
promocionar como el regreso de Velvet
Underground. Eno, Cale y Nico tocaron juntos en Berlín a finales de año. El
concierto terminó abruptamente cuando la cantante interpretó la versión nacional
socialista del himno alemán y el público se rebotó.
Antes de que
1974 finalizara, Eno ya había publicado otro álbum, Taking tiger Mountain (by
Strategy). El título y la portada provienen del título de una ópera revolucionaria china, que usó también
para variar el enfoque de las letras de las canciones rock, eliminando el uso
de de la primera y segunda persona del singular a favor del plural. La conexión
con China, que surge al descubrir una serie de postales de la citada ópera en
el chinatown de San Francisco, le
conduce al que será uno de sus conceptos más productivos: la estrategia. Tan
solo un años después, e inspirado en parte en el I-Ching, creará las Oblique
Strategies, el juego de cartas que, escogidas al azar, sugieren acciones no
artísticas para que el artista en proceso de bloqueo lleve a cabo. Un método
que usó tanto en sus discos como en sus colaboraciones con David Bowie, Talking Heads
y otros artistas.